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De izquierdas y derechas

Pocas veces, desde tiempos post-revolucionarios, se ha vivido una polarización político-social como la experimentamos actualmente en México. Si bien siempre han existido naturalmente espectros diferentes en estos criterios al día de hoy lo que caracteriza el actual proceso electoral, además de las nada claras propuestas de los candidatos, es el desprecio de quienes se identifican en uno de estos espectros en contra del otro, pero no hablamos de políticos, hablamos de la ciudadanía.

Quizá una de las razones principales por las que el candidato «puntero» actual es tan despreciado por quienes se identifican con ideologías de derecha no sea necesariamente su historial sino mas bien el antecedente común que tiene América Latina con poderes ejecutivos de izquierda. Castro, Chávez, Maduro, Lula Da Silva, Mórales, Kirshner, et. al. Todos de izquierda y todos con resultados de amplio debate; los más con malversación de fondos, casos de corrupción y en otros casos simplemente convertidos en dictaduras. Analizar el mapa geo-político del siglo pasado y de buena parte del actual nos permite entender que la izquierda y particularmente el socialismo en América Latina simplemente ha fracasado.

Pero, ¿Qué tal la derecha?

Hablar de derecha en América Latina es hablar también del desastre; Pinochet, Videla, y la larga lista de militares Brasileños, solo por dar algunos ejemplos, de gobernantes de derecha. Quizá si, el pueblo no se moría de hambre como en un gobierno de izquierda, pero es que no hacía falta, el mismo gobierno se encargaría de eso.

Pero es que en México ya hemos tenido presidentes de los dos espectros, de una izquierda populista  y de una derecha entreguista y conservadora, desde López Portillo hasta un Salinas de Gortari lo curioso es que, al final del día, emanados del mismo partido que tanto daño le ha hecho a este país por 80 años, «La dictadura perfecta«, diría Vargas Llosa.

Entonces en México no importa realmente la el espectro socio-político del gobernante en turno sino su agenda clientelar. En América Latina han fracasado tanto gobiernos de izquierda y de derecha no por sus ideologías sino por nuestra naturaleza cultural: somos pasionales, nos hierve la sangre, nos entregamos con los ojos cerrados, somos de fe, estas características que son virtudes en la danza, la música, la literatura, en el deporte, se vuelven obstáculos en la política, esa mesurada que tienen nuestros vecinos del norte por sus respectivas herencias francesas e inglesas. Esa de izquierdas funcionales Europeas que no endeudan, esa de derechas Europeas reguladas que no matan.

Decir que la izquierda convertirá a México en una dictadura desastrosa es casi lo mismo que decir que la derecha va a legalizar la esclavitud. El odio por parte de la derecha en México hacia quienes se consideran populistas sigue siendo un tema fundamentalmente cultural, el odio al pobre, al más desafortunado pero sobre todo miedo, el miedo a convertirse en uno de ellos y el miedo a NO convertirse en un rico. La lógica de que si «yo pude tu también puedes» aunque uno no esté en las mismas condiciones que el otro, y hablamos de oportunidades y necesidades básicas, no de herencias.

Por otra parte la izquierda tiene que hacer un esfuerzo por sumarse a la tarea de llegar a acuerdos. No todos los problemas son responsabilidad del estado y ciertamente se ha comprobado que tratar de hacerse cargo de ellos nunca funciona. La sinergia entre el sector privado, uno saludable y regulado, con el estado, es una necesidad para el desarrollo y, por ende, para construir bases para mejorar la calidad de vida de todos.

Nos hace falta sensibilizarnos con «el otro lado», el otro espectro, cualquiera que este sea. Todos tenemos necesidades diferentes y obviamente todos tenemos prioridades diferentes, pero, en una democracia, es elemental el acuerdo de las mayorías para que todos tengamos mas o menos el mismo bienestar, al final del día todos estamos en «el mismo corral». Debemos ser extremadamente imparciales y considerar las buenas ideas, acciones y planes de cada lado. Tanto en la política como en la vida deben existir matices, no podemos ser blanco o negro.

Y como siempre que hablo de estos temas de balance, recordando esa excelente frase de Pío Baroja:

El carlismo se cura leyendo, y el nacionalismo viajando.

Así las cosas.

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